Guillermo Santos: el panista reciclado que ahora se cuelga de Morena para seguir viviendo del presupuesto.
CÓRDOBA, VER. – De panista de toda la vida a candidato de Morena con disfraz nuevo y cinismo de sobra, Guillermo Santos es el ejemplo perfecto del chapulín profesional que solo cambia de camiseta para seguir comiendo del erario.
Funcionó como servidor público en administraciones municipales pasadas, cuando el PAN mandaba en Córdoba, y siempre estuvo bien acomodado en la estructura del poder. Pero ahora, como la marea política cambió, decidió que su lealtad también tenía precio y se coló como regidor décimo en la planilla de Morena.
¿Trayectoria en Morena? Ninguna. ¿Trabajo de base? Tampoco. ¿Compromiso con la militancia? Cero. Lo único que tiene es un colmillo para brincar de un partido a otro, mientras los fundadores del movimiento son echados por la puerta trasera.
La candidatura de Santos es una bofetada a la militancia real, a los que han trabajado desde abajo por el proyecto de nación. Pero claro, en la política de los acuerdos en lo oscurito, el pasado se lava con saliva y el oportunismo se premia con una regiduría.Y no lo oculta: nunca rompió con el PAN, solo lo cambió cuando Morena le ofreció otra oportunidad para seguir pegado al presupuesto. Su habilidad no está en servir al pueblo, sino en acomodarse donde haya nómina, viáticos, teléfono oficial y el clásico pase de lista cada quincena.
Mientras el discurso de la 4T habla de regeneración y principios, se llena de cartuchos quemados, operadores del viejo régimen y chapulines sin vergüenza como Guillermo Santos, que se pintan de guinda por conveniencia, no por convicción.
Córdoba merece políticos con dignidad, no reciclados de oficina que lo único que buscan es seguir viviendo del pueblo… sin rendirle cuentas. Y si Morena quiere ser tomado en serio en esta ciudad, debe limpiar su casa y sacar a los camaleones que hoy manchan su bandera.
Porque un chapulín puede cambiar de color, pero el tufo a oportunismo no se lo quita nadie
